sábado, 11 de julio de 2009


mentira del tamaño de una casa y una familia coloca aura colérica que sobrepasa el límite de lo soportable

estado de ánimo pesado ineludible que prohibe diálogo y produce auténtico aislamiento en un día cualquiera

querencia de abandono general por un respiro fresco eterno en cambio de momentos que tengo

búsqueda estática de un lugar apacible y confortable que no forze suspiros intermitentes de resignación

domingo, 5 de julio de 2009


en invierno autoimpuesto 
en búsqueda de un picotazo que sacuda
y me turbe de mis días

alcohol todas las noches deja de surgir efecto
en resaca el cerebro no molesta
pero luego evalúa y reprueba

aunque deje de importarme
ansiedad de algo más me deja
apatía entonces impongo
ansiedad de algo más me deja

viernes, 3 de julio de 2009

El 24 de junio, para celebrar alguna fecha patria, o en realidad, para pasar la resaca, dormí hasta las tres de la tarde. Cuando me levanté, me di cuenta que no tenía ningún motivo para estar despierto, así que esperé hasta las diez a que mi cuerpo se cansara para no seguir despierto. Y no es que me sienta como un extranjero... aunque pensándolo bien, quizás si, si cambiamos satisfacer placer y necesidades físicas, por placer y necesidades emocionales, y ese es mi foso.

Pensar que entraba y salía del foso, era no darme cuenta que siempre estuve en el foso, y que ese "foso" no es el producto de una relación o una situación específica, si no de "las normas de conducta encaminadas a resolver las dolorosas contradicciones estructurales inherentes a la situación humana" que me he ido implantando a lo largo de estos meses. Estudiar, trabajar, crecer, no son más que recursos para hacer esos encuentros emocionales más auténticos y verdaderamente intensos. Pero para tener esas experiencias, tienes que entregarte, y eso significa estar dispuesto a decepcionarte constantemente y a innumerables dosis de ansiedad de incertidumbre, para luego, quizás, alcanzar momentos de felicidad.

La felicidad, como una lata de sardinas (o de piña), expira, y mientras más consciente estés de eso, más auténticas y libres serán tus experiencias, por lo que esto no es en lo absoluto un pensamiento pesimista. Esa plenitud prometida no se si realmente exista, por lo que no debemos ver la felicidad como un estado constante, sería mucho pedir, y le quitaría lo especial a esta.

No se que tanto perdurarán estos conceptos en mí, pero cada vez son más sólidos, concretos y con más sentido. Menos sé que tanto me sirvan para pasarla bien en la vida, pero por lo menos permiten mantenerme siempre fiel a mí mismo, y eso, es vivir.